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Leonor cumplió con la tradición de "ir de viva" a San Andrés de Teixido

La princesa de Asturias apareció por sorpresa en la emblemática aldea de Cedeira

Como una peregrina más. Así se pudo ver a última hora del pasado viernes a la princesa Leonor en San Andrés de Teixido. Las pocas personas que a esa hora estaban en las inmediaciones del santuario se quedaron sorprendidas al ver a una joven, en la que quizás no se fijarían si no supiesen que la heredera viajaba en el buque escuela atracado en el puerto ferrolano.

Se bajó del coche en el viajaba, con guardaespaldas, pero que podrían confundirse con unos visitantes más, y bajó la cuesta cuando el sol comenzaba a ponerse. Al llegar al templo, este ya estaba con las puertas cerradas y, aunque se ofrecieron rápidamente a abrírselo a la hija de Felipe VI, ella se quedó más que satisfecha con el entorno en el que se encontraba, con unas vistas de ensueño y un camino flanqueado con puestecillos de venta, con los afamados sanandresiños.

Como explica Sergio Muíño, de la empresa “Eu fun de vivo” encargada de las rutas y de la oficina de turismo de San Andrés, llegó y se fue en silencio, manifestando únicamente que "con estas vistas y con este lugar es más que suficiente”,  al ofrecimiento a mostrarle el interior del santuario.

Muíño valoró la “espiritualidad” de la visita, como “unha romeira máis”, y también que los turistas que se hallaban en la zona respetasen ese momento “íntimo” de la princesa, en un entorno que se presta al recogimiento como es Teixido. No se sabe por qué la princesa eligió San Andrés o quién le aconsejó esta visita, pero podrá, si no lo sabe ya, informarse de que “vai de morto quen non foi de vivo”, por lo que ella ya ha cumplido ese cometido.

Mientras Leonor viajaba a los acantilados más altos de la Europa continental, sus compañeros del “Elcano” acudieron a la recepción ofrecida por una representación social de la ciudad en el Palacio Municipal,en la que la gran ausente fue la heredera, que prefirió el anonimato del santuario cedeirés.

Además de este peregrinaje, a la princesa de Asturias se la vio en Ferrol visitando Navantia y degustando una cena en el Parador de Turismo, pero no hizo otras actividades que sí completaron el resto de guardiamarinas, como ver el Museo de la Construcción Naval de la Fundación Exponav.

En cuanto a su faceta de "romeira", lo cierto es que no es la primera vez que los sanandresiños se cruzan en la vida de la princesa, ya que en Madrid, un artesano de miga de pan le regaló a su madre, la reina Letizia, una de estas piezas, que se usa como amuleto, en una feria de la capital.